No Puedo Quitarte los Ojos de Encima

¿Alguna vez has sentido que tus ojos tienen voluntad propia?
Que se detienen en una sola persona... una y otra vez... como si el mundo entero desapareciera, y solo quedara ella.

¿Alguna vez te ha pasado?
¿Que tu corazón se acelera sin permiso, solo porque la ves entrar a una habitación? ¿Que tus amigas siguen hablando, riendo, empujándote con bromas, pero tú ya no estás allí... porque ella está cerca? ¿Porque la forma en que camina, la forma en que escucha, incluso la forma en que respira... te deja sin aire?

A mí sí.

Yo la veía desde lejos. Desde hace dos años.
La miraba sin querer hacerlo... o tal vez queriendo hacerlo con todo el alma. Y cada vez que cruzábamos miradas, por más fugaz que fuera, sentía que algo en mí se encendía. Algo que no podía apagar. Ni ocultar.
Ni entender.

Yo, que siempre había sido valiente, segura, divertida... me volvía pequeña frente a ella. Torpe. Frágil. Silenciosa. Como si ella tuviera un hechizo sobre mí y mi cuerpo se olvidara de cómo existir.

¿Alguna vez te has enamorado sin permiso?
¿En silencio? ¿Sabiendo que cada mirada tuya podría no significar nada para la otra persona... pero significarlo todo para ti?

Así me siento cada vez que la veo.
Engfa.

El nombre se me queda en la lengua como una palabra prohibida. Como una oración que nunca me atrevo a decir en voz alta.