Casados por la Custodia

Ella y yo éramos felices en nuestra pequeña pero amorosa familia de dos. Vivíamos sin preocupaciones y entre sonrisas cada día.

Toda la felicidad fue efímera, y todo por culpa de ese hombre que se creyó con el derecho de intervenir de un día para el otro. Confiaba en su fama y dinero para solucionar su problema, lo malo fue que se encontró conmigo. Luchamos por la custodia de una tienda e inocente pequeña.

Casi la pierdo, y la única forma de mantenerla conmigo fue llegando a un acuerdo. Un acuerdo que incluía a terceros que yo desconocía. Ya era tarde cuando lo supe, mi firma se plasmó en ese papel y me ató a ellos para siempre.

Un consejo: lean con cuidado y calma las letras pequeñas.