Hay casas que se construyen con ladrillos.
Y hay otras... con pactos, huesos y maldiciones.
Cuando Aurora y su madre se mudan a las afueras del pueblo, no imaginan que la mansión que heredaron es la misma que fue cerrada tras un sangriento ritual en 1891.
Una casa de arquitectura victoriana, oculta entre la niebla, donde el silencio huele a tierra húmeda y los espejos no muestran lo que deberían.
Cada noche, Aurora sueña con una figura masculina que la llama por su nombre desde dentro de la casa.
Cada amanecer, despierta con tierra bajo las uñas, con símbolos en la piel... y con la certeza de que la casa no la deja ir.
Pero Wightmoor no solo está maldita. Wightmoor está viva.
Y en sus pasillos, alguien la espera.
Alguien que nunca debió existir,
alguien que la recuerda, aunque ella no sepa por qué.
Y si Aurora no descubre el secreto antes de que sea tarde...
la casa reclamará su alma. Como lo ha hecho siempre.