Te llevé conmigo
Dicen que todo fue una mentira.
Que tú y yo nunca fuimos reales, que solo fingimos.
Y tal vez tengan razón.
Fingimos miradas,
fingimos abrazos en las fotos,
fingimos reír cuando nos preguntaban si ya nos estábamos enamorando.
Pero lo que nadie sabe...
es que en algún momento, sin avisar, dejé de fingir.
No sé cuándo pasó.
Quizás fue cuando te vi reírte con mis hermanos como si siempre hubieras sido parte del rancho.
O cuando bajaste de la camioneta en botas nuevas, diciendo que no sabías si combinaban con tu vestido.
O cuando te quedaste dormida en el asiento del copiloto y yo, en lugar de llevarte a casa, di un par de vueltas más solo para no soltarte todavía.
Nunca dijimos la verdad.
Nunca nos atrevimos.
Porque tú estabas hecha de cámaras, de luces, de seguidores.
Y yo... yo solo tenía tierra en los tenis y café en las venas.
Pero aun así,
en cada mentira compartida,
en cada foto falsa,
en cada beso actuado...
yo te llevé conmigo.
A todos lados.
A donde nadie podía verte.
A donde solo yo sabía que existías de verdad.