Tu nombre escrito en mis venas.

Recién comenzaba el año de 1890 en la ciudad de México así como en 4to año consecutivo de gobierno del General Porfirio Díaz, la historia está desarrollada en torno a dos familias de “la alta alcurnia” Mexicana los jefes de cada correspondiente familia (Adalberto Villacrés y el Gral. Fausto Galvéz) arreglaron el matrimonio del primogénito del general y la hija mayor de Villacrés. Todo esto cuando la joven contaba con apenas tres años y el muchacho con diez haciéndolos convivir para lograr que se enamorasen y no pareciera tanto un matrimonio arreglado, pero para cuando Minerva cumplió diez años sus padres se decidieron por que ella debía tener una educación especial para convertirse en la esposa ideal para un Galvéz Alcabú, no porque por que los Villacrés fueran una mala familia sino que la familia contraria tenía un estricto linaje militar y eran cautelosos al elegir pareja para sus descendientes y seguir manteniendo cierto “régimen”, por lo tanto mandaron a la pequeña Minerva a un internado en España para regresar siendo la esposa ideal para Eliseo, regresando a los diecisiete años convertida en una mujer hecha y derecha según conversaba su padre a todos los conocidos de sociedad, ella escribía todos los días a sus padres notificándoles su progreso sin reproches ni nada parecido, aunque según don Adalberto recordaba el carácter de Minerva muy diferente, reñía con ella todo el tiempo, lo sacaba siempre de sus casillas, pero seguía siendo la preferida de sus hijos por lo cual le dolió desprenderse de su chiquilla de cabellos rizados y color del cobre, pero claro estaba que era por su bien además de que claro él mandaba y ella no podía mandarse por sí sola ¡¿cómo iba a ser posible?! Una mujer no tiene las agallas suficientes para manejar las riendas de su propia vida, para eso está la fuerza del hombre para llevarla por el camino y hasta que su hija no se desposara estaba bajo su mandato y decisiones.