Para Tn , los pasillos del club eran su segundo hogar desde pequeña, y los ídolos de su padre, sus tíos honorarios. Esto forjó una amistad incondicional con talentos emergentes como Lamine Yamal y la acercó a la élite del fútbol masculino. Pero entre todos, hubo un encuentro fugaz en la infancia que marcaría su destino: una tarde lluviosa, una conversación inocente en las gradas del Camp Nou con un chico de ojos profundos y cabello rizado llamado Pedri González. Un encuentro olvidado por el tiempo, pero cuyo eco resonaría años después, cuando el destino los uniera de nuevo, no como niños, sino como compañeros de equipo y, quizás, algo más.