Desde que aprendió a pronunciar su propio apellido, Draco Malfoy ha sido comparado con los muertos que lo anteceden.
Regulus Nombre que arde en el tapiz familiar como cicatrices bordadas, como sombras que se esperan repetir. Pero Draco no quiere repetir. Quiere romper.
Esta es la historia de un niño que, entre cartas y baúles encantados, descubre que no basta con heredar. Hay que elegir. Hay que desafiar. Hay que construir.
Con la ayuda de los diarios secretos de Regulus -escondidos en áticos donde la historia susurra aún- Draco se prepara para su primer año en Hogwarts. El castillo lo espera, pero él lleva más que maletas: lleva una promesa, una causa, y un linaje doble que nunca pidió, pero que ha decidido portar con propósito.
Millicent, Theo, Blaise... incluso los que aún dudan, como Pansy o Crabbe, orbitan a su alrededor. No como aliados perfectos, sino como fragmentos de un hogar que se rehace palabra por palabra, gesto por gesto.
Porque Draco no es quien todos creían.
Es el niño que acaricia gatos con nombre de legado. El que borda constelaciones en túnicas silenciosas. El que recuerda a los caídos no para imitarlos... sino para terminar lo que nunca se dijo en voz alta.
Andrés Wood intenta seguir a Sirius para descubrir su pareja, pero siempre es interrumpido, ya sea por problemas con estudiantes o sus responsabilidades como capitán del equipo de Quidditch. En un giro inesperado, Andrés finalmente descubre que el novio de Sirius es Severus Snape, dejándolo impactado.