Prólogo
Dicen que hay cosas que no hace falta decir para que se entiendan.
Que a veces, basta una mirada sostenida un segundo más de lo normal, una sonrisa que se escapa sin querer, o ese roce accidental que quema más que cualquier caricia premeditada.
Así éramos nosotras
........
**Paige y yo teníamos 17 años y compartíamos absolutamente todo.**
La habitación del campus, las caminatas por los pasillos infinitos de Hopkins, y los secretos que sólo se confiesan a alguien que se siente como un refugio.
Lo nuestro siempre fue así:
**amigas que se buscaban sin decirlo**, que se conocían tanto que cualquier gesto era suficiente para entenderlo todo.
Pero también éramos expertas en negarlo.
En convencernos de que lo que sentíamos no era tan distinto a lo que sentían todas las mejores amigas.
Que los celos no dolían, que las miradas largas no significaban nada, y que los abrazos que duraban un poquito más eran pura costumbre, que solo éramos "amigas"
Y sin embargo...
Cada roce, cada palabra a medias, cada silencio en medio de una conversación que se desviaba justo antes de volverse demasiado honesta, construía un universo secreto entre nosotras.
Uno donde no nos atrevíamos a entrar......Todavía.
**Esta es nuestra historia.**
De todo lo que no dijimos, de lo que sentimos en secreto, y de cómo los gestos y las miradas dijeron mucho antes lo que las palabras tardaron años en pronunciar, porque todos sabemos que los ojos hablan lo que la boca calla....
Porque algunas historias empiezan con una mirada que cambia todo.