No escribí este libro para que me lean.
Lo escribí mientras trataba de no dejarme ir,
para abrazarme a mí misma y a mi dolor.
No es un libro perfecto.
No tiene respuestas fáciles ni verdades absolutas.
Es un grito silencioso,
una carta a mi niña interior,
una colección de recuerdos,
de momentos en los que creí no poder más...
donde salía y recaía una y otra vez.
Van a encontrar pedacitos de mí en cada texto,
en cada poema al final de cada capítulo.
Pero también van a ver cómo, con el tiempo,
esas heridas empezaron a arder distinto.
Y aunque no todo cicatrizó,
aprendí a mirar el dolor con otros ojos.
Hoy escribo desde la sombra,
pero con la esperanza de que alguien, del otro lado,
encuentre en estas palabras
un refugio,
un espejo,
una mano.