Sin avances

¿Y si la mayor fortaleza de la humanidad fuera también su mayor debilidad?

Durante siglos, creímos que nuestro ingenio, nuestra determinación y nuestra necesidad de conectar con otros eran lo que nos hacía invencibles. Pero esa visión era apenas una ilusión, una interpretación cómoda frente al abismo del verdadero desconocimiento sobre lo que somos.

Nunca pensamos tener algo meramente cercano a un depredador; ninguna especie podía hacernos frente, ni siquiera en la ficción podían con nosotros.

Pero un día, un zumbido, imperceptible para la mayoría, rompió el silencio de esta ciudad. Algo tan pasajero y tan imperceptible como esto trajo consigo una de las mayores amenazas jamás vistas por el hombre.

Un horror que ni siquiera la persona con más determinación podría afrontar impunemente.