Desde niña, Beatriz vivió en la sombra de su hermana: más delgada, más extrovertida, más bonita según toda la gente que las rodeaba.
Aunque con el tiempo logró cambiar físicamente y se volvió "fanática" del ejercicio, sus inseguridades no desaparecieron, solo aprendió a esconderlas detrás de sus rutinas, sonrisas y publicaciones en redes sociales.
Nunca espero que en la calle, Carlos Sainz, para ella un completo desconocido, se fijara en ella. Lo asumió como una confusión, así que simplemente se dijo para sus adentros: "Seguro quiere hablarle a mi hermana". Pues los chicos nunca la miraban a ella.
Pero Sainz fue insistente. Con paciencia, chistes y detalles pequeños, empezó a romper los muros que ella juraba que nadie notaba.
Porque a veces, lo más difícil no es amar a alguien... sino dejarse amar.