Tras el colapso del mundo tal y como lo conocíamos, solo queda la ley del más fuerte. En un planeta reducido a ruinas, la humanidad sobrevive entre cenizas, hambre y estructuras sociales derruidas que han sido reemplazadas por la brutal jerarquía biológica: alfas, betas y omegas. Los primeros dominan; los segundos intentan no desaparecer; los últimos son moneda de cambio, tesoro... o condena.
En este paisaje desolado, donde los clanes se enfrentan por comida, agua y poder, aún queda un pequeño refugio: una manada liderada por Christopher Chan Bahng, un alfa que lucha por proteger la vida sin sacrificar su humanidad. A su lado, Lee Minho, un alfa marcado por la violencia, sirve de escudo implacable contra los peligros del exterior... y también de ancla para los que han perdido toda esperanza.
Uno de ellos es Han Jisung, un omega roto por los horrores de “La Manada Roja”, esclavizado y forzado a reproducirse como ganado. Junto a su mellizo Felix, y con la protección feroz de Minho, intenta reconstruirse en un mundo donde los omegas no tienen derecho a soñar.
Pero la paz es efímera. Con amenazas externas acechando —como los Cuervos carroñeros o los fanáticos Hijos del Fuego— y tensiones internas al borde del estallido, el refugio tambalea. Y en medio del caos, los vínculos entre alfas, betas y omegas se tensan, se rompen… o se vuelven inquebrantables.
¿Puede el amor sobrevivir en un mundo donde hasta la compasión se considera una debilidad? ¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar por proteger lo poco que aún late dentro de ti?
En un paisaje donde la esperanza parece extinguida, El Último Latido no es solo una historia de supervivencia. Es un grito. Un susurro. Una promesa.
Entre risas en la cocina, madrugadas con biberones y caricias silenciosas bajo una manta, Harry y Draco descubren que el amor no siempre viene con batallas épicas ni grandes declaraciones.
A veces, basta un susurro en la noche, una siesta compartida o una carta de Hogwarts en la mesa del desayuno.
En esta colección de momentos -sin orden, sin prisas- viajamos por recuerdos sueltos, pequeños destellos de lo que fueron, lo que son, y lo que jamás dejarán de ser:
Una familia. Un hogar. Unos adolescentes enamorados. Un amor que hace del instante, una eternidad.
Cada capítulo es una escena única, un abrazo al alma para quienes creen que el amor se encuentra en los detalles más simples.