🅢🅤🅒🅤🅑🅞 (🄰🄳🄰🄿🅃🄰🄲🄸🄾́🄽)

Jaeyi observó a Seulgi en su forma natural y tragó con dificultad. Aún no se acostumbraba a su piel roja, los ojos oscuros y los dientes afilados. Mucho menos a los cuernos que le nacían de la frente y se curvaban hacia atrás, la cola puntiaguda que se movía detrás de ella con inquietud o las alas membranosas, similares a las de un murciélago.

-Puedo ser lo que tú quieras, Jaeyi -dijo Seulgi, su voz cargada de deseo mientras su cuerpo comenzaba a transformarse. -Puedo ser un hombre alto, de cabello negro y ojos verdes; dominante, seguro de sí mismo, con una polla enorme... listo para follarte como tú quieras.

Su forma cambió con cada palabra, encarnando esa imagen provocadora. Luego, sonrió con dulzura y habló de nuevo, mientras su cuerpo mutaba una vez más-O puedo ser una mujer de cabello negro, ojos oscuros, piel suave... tímida, dulce, dispuesta a que le enseñes qué es el amor.

Se detuvo. Su cuerpo regresó a su forma original, demoníaca, perfecta.

-Puedo ser lo que desees. No soy una maldición, como todos creen. Soy una bendición... si sabes cómo usarme. Y quiero que me uses -susurró Seulgi, acortando la distancia entre ellas hasta acorralar a Jaeyi contra la pared.

Jaeyi sintió su mano cálida posarse en su mejilla. Cerró los ojos, sin palabras, sin respuestas. Solo el temblor silencioso de algo que no sabía si era miedo, deseo... o ambas cosas.

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