April Domenech aprendió a ser invisible mucho antes de entender por qué. Cada noche, detrás del mostrador de un hotel cualquiera, repite la misma rutina para mantener a raya una verdad que duerme bajo su piel como un animal salvaje.
Pero una noche cualquiera no es suficiente para enterrar el pasado. Cuando Isabella -alta, radiante, imposible de ignorar- se cruza en su camino, April siente una grieta abrirse. Un nombre olvidado. Un olor antiguo. Un recuerdo que huele a humo y promesas rotas.
Mientras la ciudad duerme, April revive fragmentos de una infancia que preferiría no tocar. Y en medio de esa herida, Isabella la observa, la nombra, la acaricia sin rozarla, como si supiera que dentro de April aún revolotea una niña que aprendió a callar para sobrevivir.
Esta es la historia de una mujer que creció helando sus alas para no sentirlas quebrarse. Y de cómo, incluso en el invierno más crudo, hay mariposas que se niegan a morir.