A sus 43 años, Marie creía haberlo visto todo en el amor. Había convivido con relaciones que, de alguna forma, la convencieron de que el afecto significaba una constante negociación con el dolor. Pero entonces, Ziddim irrumpió en su vida, trayendo consigo una felicidad tan pura y desbordante que la hizo tambalear. Por primera vez, Marie sintió la embriagadora dulzura de ser verdaderamente amada, un sentimiento tan ajeno que, al fin, comprendió la dolorosa verdad: lo que antes creyó amor, había sido, en realidad, una sombra persistente de maltrato.
Con el corazón, que pensó destrozado, comenzando a tejer hilos de esperanza y su alma floreciendo, Marie se atrevió a soñar con un futuro luminoso, con la promesa de un amor que finalmente la elevara. Sin embargo, el destino, con su acostumbrada crueldad, tejió una ironía macabra. Ziddim, cuyo nombre resonaba con ecos bíblicos de "traiciones" y "destrucciones", empieza a mostrar una faceta inquietante, desvelando grietas en la fachada de lo que Marie creyó su refugio.
¿Será que Marie, recién curada de las heridas más profundas, está destinada a caer en otra trampa? ¿O este despertar la dotará de la fuerza para enfrentar las sombras que Ziddim oculta y, por fin, reclamar el amor verdadero que su alma tanto anhela?
Dieciocho años después de haber sido expulsada por amar a quien no debía, Isabela regresa a la hacienda que alguna vez llamó hogar.
No busca venganza... sino respuestas, y tal vez una nueva oportunidad de empezar.
Allí la espera Graciela, la esposa de su hermanastro: una mujer marcada por el miedo, la pérdida y los silencios que Vicente dejó atrás.
Pero entre miradas contenidas, sonrisas robadas y heridas que el tiempo no logró borrar, Isabela se descubre dispuesta a ofrecerle a Graciela algo que ella ya no cree merecer: amor, ternura... y una felicidad que parece imposible.
Porque a veces, el destino te obliga a volver al lugar donde más dolió... solo para mostrarte que también puede ser donde finalmente aprendas a amar.