Una maldición de sangre y secretos.

Hay nombres que han sido olvidados a propósito. Hay historias que el tiempo cubrió con silencio. Pero algunas verdades no pueden enterrarse, porque sangran. Y siguen llamando, incluso desde los rincones más profundos del alma.

Zirella nunca pidió ser tocada por la magia. Nunca buscó los ojos que la siguen desde las sombras, ni los susurros que pronuncian su nombre cuando el mundo duerme. Y sin embargo, hay algo dentro de ella que no deja de despertar.

El bosque la observa.
Los dioses la conocen.
Y los secretos de su linaje comienzan a resquebrajar las mentiras que sostenían su mundo.

Entre sueños que no le pertenecen,
presencias que se desvanecen entre la niebla, y una voz que arde como una promesa rota.

Zirella aprenderá que el mayor enemigo no siempre es el que lleva un arma, sino el que habita en tu reflejo.

Porque hay maldiciones que no se lanzan...
Se heredan.