Ruido en el silencio | Patricio Sardelli

Dicen que el tiempo cura todo. Que las heridas se cierran, que los recuerdos se diluyen y que los amores que duelen dejan de doler.

Mentira.

Hay personas que se quedan incrustadas en el alma como una espina que no termina de salir. Personas que fueron todo, y que cuando se van, se llevan hasta partes tuyas que ni sabías que podías perder.

Patricio Sardelli fue eso para mí.

Un amor intenso, caótico, salvaje. Un incendio que me arrasó por dentro y del que no salí ilesa. Lo amé como se ama por primera vez: sin medidas, sin barreras, con el corazón expuesto. Y también lo odié con la misma intensidad. Nos dijimos cosas que todavía me arden en la memoria. Terminamos mal. De esos finales que se sienten más como explosiones que como despedidas.

Durante dos años hice todo lo posible por reconstruirme. Me aferré a mi amistad con Guido, que siempre fue mi cable a tierra. Me refugié en el cariño de Gastón, que me cuidó como una hermana. Me alejé de los escenarios, de los recuerdos, de todo lo que tuviera su nombre. De todo lo que me dolía.

Pero ahora estoy de vuelta.

Y lo primero que hice fue tropezar, una vez más, con sus ojos.

Con él.

Porque algunas historias no terminan con un punto final. Solo quedan en pausa... esperando que alguien tenga el valor de volver a leerlas.