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-¿Qué onda, Zona Cero? Bienvenidos a otro episodio de Explorando lo maldito, yo soy Checo y esta noche vinimos a la finca más embrujada del estado. Dicen que aquí desapareció un brujo, que nadie ha pasado la noche entera y que el último que entró... no salió igual.
-Spoiler: tampoco salimos igual -agrega Lando, riéndose fuera de cámara.
-Así que prepárense para gritos falsos, puertas que se cierran solas, y un Franco llorando en una esquina.
[Ruido de estática. La imagen se corta.]
Sergio nunca pensó que algo real fuera a pasar.
O sea, sí, creía en fantasmas. Pero también creía que la mayoría eran timidez espiritual. Se escondían. Observaban. Tiraban un vaso si se ponían intensos. Nada de qué morir.
La finca parecía como cualquier otra: paredes grafiteadas, un olor a encierro, y la típica sensación de "me están viendo" que daba más por sugestión que por fantasmas reales.
Solo que esta vez... no era sugestión.
-¿Todo bien? -le preguntó Charles, mientras los demás se reían de una telaraña que había tocado Lando.
-Sí -respondió Sergio, aunque de pronto le costaba tragar saliva.
El aire estaba pesado. Literal.
Como si algo invisible se apoyara en sus hombros.
Una vibración espesa, densa, pegada a su piel.
Y justo ahí, en ese segundo donde pensó que solo necesitaba un dulce o dormir más temprano, lo escuchó:
Una voz sin boca.
Una presencia sin forma.
Dos palabras que no olvidaría jamás:
"Invócame."
Sergio parpadeó.
Y solo dijo:
-Chale.