Mi padre me desterró a Suiza con un nombre falso y me obligó a pasar un año enseñando a
niños ricos mimados como castigo por humillarlo.
Se supone que debo no meterme en problemas, evitar escándalos, aprender a ser
responsable.
Se supone que no debo conocerla .
La cagué incluso antes de poner un pie en los sagrados pasillos de RCA.
Y ahí está ella.
En los pasillos.
En mi clase.
En mis venas.
En todos los putos lugares.
Ella va a ser mi perdición.
O tal vez, mi salvación.
Este historia cubre temas que pueden resultar preocupantes para algunos lectores, como
discusiones sobre salud mental, trastornos alimentarios, menciones al consumo de drogas
y alcohol, abuso físico y más.
Ella es poderosa, me lleva unos buenos años... y mi jefa, una combinación letal.
La satisfacción laboral ha adquirido un significado completamente nuevo.
Cuando mentí en mi currículum, no esperaba que importara.
Quiero decir, estaba dispuesta a llevarme bien con cualquier niño; nací para ser niñera.
Solicité un puesto para trabajar con un hombre, o eso pensé.
Pero Jane Kim es definitivamente una mujer... del tipo que sueñas con lamer chocolate de su cuerpo.
El primer día fue malo.
Los niños se portaron como engendros del demonio y yo la espié a través de una ventana y la sorprendí haciendo algo obsceno... e igualmente fascinante.
El segundo día fue peor, me pilló fisgoneando en los cajones de su baño y se desató el infierno.
Al tercer día, la atropellé con un carrito de golf.
Y para el cuarto día yo había decidido que quería ese chocolate... y todo lo demás.
Pero los jueces-ricos y viudos-no se enamoran de las niñeras tontas.
¿O si?