LÍNEAS PELIGROSAS. (+21)

Ryan Collins siempre había reinado sobre el campus con la seguridad cruel de quien sabe que nada ni nadie puede tocarlo. Arrogante, prepotente, narcisista y peligrosamente calculador, Ryan había convertido la manipulación en un arte: movía hilos, acababa con reputaciones y destruía sin parpadear todo aquello que se interpusiera entre él y lo que deseaba. Su único punto débil, si es que tenía alguno, era Josh, el único amigo que había elegido mantener cerca.
Ashley llegó a sus vidas como una tormenta silenciosa. Tras la muerte de su madre, no tuvo más opción que mudarse con su hermanastro Josh y, con ello, convivir bajo el mismo techo que Ryan. Risueña, dulce y aparentemente frágil, Ashley era todo lo que él despreciaba: luz donde él era sombra, calma donde él prefería el caos.
Desde el primer día, la tensión se palpó en el aire. Ryan decidió que ella era un estorbo, una intrusa en su territorio, y se propuso hacerle la vida insoportablemente difícil sin que Josh lo sospechara. Lo que no esperaba era que Ashley, esa chica que parecía romperse con solo mirarla, supiera devolver cada golpe con una firmeza que lo desconcertaba.
Así comenzó su guerra silenciosa: él atacando desde las sombras, ella respondiendo sin miedo. Eran enemigos declarados, incapaces de soportarse, condenados a aguantarse por Josh. Y aunque ambos juraban odiarse a muerte, ninguno estaba preparado para lo que esa batalla terminaría despertando.
El odio, cuando se alimenta de silencio y tensión, se vuelve otra cosa. Algo más profundo. Más peligroso.