Un alma no sólo era una amiga, ejercía el papel de consciencia, de protectora, de confidente. Su forma cambiante representaba tu estado de ánimo e, incluso, tus sentimientos más ocultos. Podían pasar de ser una pulga a pasearse con la forma de un elefante si eso deseaba el alma, siempre animales ya que un alma con la forma de un humano era algo fuera de lugar. Un alma era del sexo opuesto al de su amo. Conformaban parejas perfectas e inseparables el uno con el otro.