La brisa soplaba suave aquella mañana, acariciando las llanuras doradas del territorio del Clan del Viento. Las hierbas altas se mecían como olas en un mar invisible, y los conejos huían al sentir pasos de felinos cerca.
Pero ese día, no todos los pasos eran de guerreros.
Una pequeña figura tambaleaba entre la hierba, apenas una bolita de pelaje color arena. Su respiración era temblorosa, su maullido apenas un susurro. Tenía frío. Hambre. Miedo. No sabía por qué estaba sola, ni cuánto tiempo llevaba así.
-¿Escuchaste eso? -dijo una voz masculina, cerca.
De entre la bruma, apareció un corpulento gato de pelaje café oscuro y ojos brillantes de preocupación. Era Brave Stone, un guerrero fuerte, conocido por sus patrullas más allá del territorio, siempre curioso, siempre valiente.
A su lado, con pasos casi inaudibles, iba un macho más delgado, ágil y de mirada tranquila. Tenía patas largas y ágiles como resortes, y se llamaba Springlegs.
-Es un cachorro -murmuró Stone Brave, acercándose con cuidado-. ¡Mira qué pequeña es!
Springlegs se inclinó. Su nariz rozó la tuya. Su voz fue como una caricia.
-No debe tener más de dos lunas... está helada.
La decisión fue rápida. Tal vez demasiado. Tal vez impulsiva. Pero no les importó.
-Nos la llevamos -dijo Stone Brave sin dudar.
-El Clan no lo aprobará -susurró Springlegs.
-Ya sobrevivimos a su rechazo una vez. Podemos hacerlo otra.
Y así, entre el viento y los secretos, te dieron un nombre: Sandkit. Por tu pelaje, por el color cálido de tu espíritu... y porque apareciste como un grano solitario perdido en la inmensidad del desierto.
No creciste en la guardería del Clan.
Creciste en una madriguera oculta en los bordes del territorio, arropada por dos corazones que no podían amarte más aunque lo intentaran.Stone Brave te enseñó a saltar, a pelear y a ser valiente. Springlegs te enseñó a correr, a leer el viento, a ser silenciosa como las estrellas.