Itzel Destovyeski nunca fue de las que llamaban la atención. Pelirroja natural, tímida hasta los huesos, con una carita salpicada de pecas y una voz que apenas se atrevía a alzarse en las habitaciones llenas de gente. Pero había algo en ella que brillaba sin buscarlo. Un encanto discreto, un aura suave que envolvía a quienes la miraban dos veces. Y Tom Kaulitz... la miró.
Pero no fue él quien cayó primero.
Itzel lo vio antes de que él supiera que existía. Estaban en un camerino compartido, detrás del escenario de un festival importante. Ella era la amiga cercana de Avril, acompañándola como siempre. Él, la estrella alemana, el guitarrista que hacía temblar estadios. Su presencia era tan abrumadora como su fama, pero Itzel no sintió miedo. Sintió algo peor: curiosidad. Y luego... fascinación.
Mientras Tom bromeaba con su hermano Bill, ella lo observaba desde un rincón. Nadie le prestaba atención, y eso le encantaba. Porque podía admirar su sonrisa torcida, sus tatuajes, su energía juguetona y dominante, sin interrupciones. No sabía por qué su corazón latía tan fuerte, ni por qué su pecho se apretaba cuando él reía. Pero lo supo al instante: estaba jodidamente perdida por él.
Y Tom... tardó.
Al principio, ni la notó. Una chica callada más. Pero algo cambió. Una risa bajita. Un comentario inesperado. Una mirada que se cruzó con la suya durante más de un segundo. Y ese segundo bastó. Porque Tom Kaulitz había conocido mil chicas seguras, atrevidas, sedientas de atención. Pero jamás había visto algo como ella.
Cuando finalmente cayó, lo hizo con fuerza. Pero ya era tarde: ella ya pertenecía a él desde hacía mucho.
Entre encuentros secretos, celos impronunciables y noches que ardían sin necesidad de palabras, ambos fueron tejiendo una historia que jamás buscaron... pero que terminó siendo inevitable.
𝐌𝘪𝘯𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘦𝘷𝘦𝘳. By Itzzly.