-¿Estás segura de lo que haces?
-Por Dios Katarina, se lo que hago, lo llevo haciendo desde que tengo uso de razón.
-Ya sabes lo que pasará si fracasas, LeBlanc.
-Relajaos las dos, por favor.
-Tu tienes la culpa de esto, maldito viejo.
-Esta chica traerá la gloria a Noxus, le daremos una nueva identidad, una nueva historia, todo lo necesario para que nos sirva
-¿Y si consigue recordar?
-Para eso estás aquí, LeBlanc, para que eso no ocurra.
-Entonces sujetar con fuerza, no va a ser un camino de rosas.
Un dolor agudo y fuerte, seguido de un pitido blanco se coló desde mis oídos. Podía sentirlo como se habría paso hasta mi cerebro, donde todo comenzó a doler el triple. Sentía que mis sentidos se agudizaban y al mismo tiempo, se mermaban. Mis ojos se abrieron con fuerza, sintiendo las lágrimas caer mientras miles de imágenes aparecían como si fueran rayos de luz.
Vi, Caitlyn, Ekko, Mylo, Claggor, Vander, Silco, Sevika...Isha. Todos ellos se desintegraban de mi memoria. Sus rostros destellaban en mi mente como chispas. Sus voces... un eco distante. Luego, nada. Polvo. Oscuridad. ¿Quién era yo? No... no podía recordar. Mi cuerpo crujía, agrietándose como porcelana vieja. No quedaba nada. Nada de mí.
Todo desaparecía con una rapidez alarmante hasta que solo pude verme a mi misma, sola, vacía, siendo apenas un cascarón de lo que alguna vez fui. Tomé mi tiempo de verme el cuerpo, el cual poco a poco comenzaba a agrietarse hasta que se formaba polvo.
-Creo que ya no voy a estar contigo para siempre, hermana...- Mencioné, antes de que el lugar en el que me encontrara comenzara a brillar de una luz blanca parpadeante. ¿O eran mis ojos? Cada ruido sonaba distante, como si estuviera bajo el agua. Ya no escuchaba las risas de Isha, o los regaños de Vi cuando era pequeña, solo...nada.
¡Tia Freyre! Mi corazón vuela a cientos de kilómetros intentando alcanzar el tuyo.
¡Metamorphie Faciesse! Repito intentando convertirme en aquello que con deslumbrante mirada observas con insistencia.
¡Akko ya basta!