Malachi Barton creció entre sets de rodaje y alfombras rojas, rodeado de un mundo que parecía hecho de luces, pero en silencio guardaba un secreto: su admiración profunda por Marianne de Gómes. Ella no era solo una estrella del momento; actriz, modelo y bailarina, Marianne representaba la fuerza de sus raíces y un brillo que parecía inalcanzable. Para él, era un sueño imposible.
Marianne, en cambio, llevaba años atrapada en la exigencia de una industria que nunca descansa. Entre rodajes y titulares, había aprendido a endurecer su corazón. Hasta que descubrió en Malachi algo que el mundo no podía darle: la autenticidad. Una sonrisa tranquila, una mirada sincera, y una calma que rompía con el ruido de la fama.