Como era costumbre ibamos rumbo a su casa. Era en una zona lejana de dónde vivíamos pero sin importar las circunstancias cada fin de semana debíamos partir hacia ahí. A pesar de los reproches por parte mía y de Claire, mi hermana; mamá sólo prevalecía en silencio, llevaba las manos a su frente para rápidamente deslizar su flequillo hacia atrás; lo único que decía es que debíamos pasar tiempo con él. No importaba lo lejos que estuviera de casa, la cantidad de estaciones que recorríamos en el metro, el tiempo que nos tomaba llegar o la apatía con la que recorríamos el trayecto ya que, de manera forzada, teníamos que ir. Siempre detesté ese lugar... Ese espacio maloliente, pequeño y sucio, que en lo personal me parecía un cuchitril. En aquel entonces era demasiado pequeña para entender las circunstancias y sin embargo, lo hacía. Tenía cinco años cuando él se fue, pero....yo no me sentía mal al respecto, en realidad creo que nunca lo hice.