Si a ella le hubieran dicho antes que conocería al amor de su vida en una charla de baños, hubiese estallado a carcajadas y caería en coma de inmediato. No es que ella no creyera en el amor, si no que le parecía absurdo caer totalmente por una persona, si le diesen a elegir entre no sentir nada y un millón de dolores, definitivamente preferiría no amar nunca. Pero a veces la vida te juega bromas crueles, y no siempre pasa lo que tú quieres, porque aunque quiera o no, es imposible no sentir. Y lo descubre de la manera más boba posible.
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