Cuándo las estrellas caen
6 parts Ongoing Dicen que incluso las estrellas caen. Que no importa lo fuerte que brillen, tarde o temprano la gravedad encuentra la manera de arrastrarlas. Algunas se apagan sin que nadie lo note; otras caen tan intensamente que dejan una huella imposible de olvidar.
Ezra Kael era una de esas estrellas caídas. No porque quisiera, sino porque la vida lo había lanzado contra el suelo demasiadas veces. Aprendió a esconderse detrás de una máscara de dureza, a disfrazar las cicatrices con silencio, a convencerse de que ser bueno solo atraía dolor. Él no era oscuridad por elección: la oscuridad era lo único que le quedaba para protegerse.
Yo, en cambio, siempre fui luz. No porque no conociera la tristeza, sino porque me empeñaba en creer que la esperanza era más fuerte que cualquier herida. Soñadora, dicen algunos; ingenua, murmuran otros. Pero en el fondo, lo único que sabía hacer era tender la mano, incluso cuando el mundo me decía que no valía la pena.
No supe en qué momento nuestras vidas se cruzaron, solo sé que desde entonces entendí algo: cuando la luz alcanza a una estrella que ya ha caído, no se trata de devolverla al cielo. Se trata de enseñarle que incluso en el suelo, puede volver a brillar.
Ese fue el inicio de todo.
El inicio de nosotros.