Sus pasos resonaron por toda la Sala del Wizengamot. Todos estaban callados, presuntamente, se debía por la figura imponente y aristócrata del hombre frente a todos. Pedro Lestrange se detuvo en mitad del estrado, quedando frente a frente con Bartemius Croush. Su mirada audaz y decidida hizó que el hombre se intimidara. Su respiración pausada lo delataba. El castaño hizó un ademán con la mano hacía Severus y finalmente rompió el delgado hilo del silencio que se había instalado en la sala. Pedro Lestrange dirigió una mirada a todos los presentes con una calma que heló la sala, y en apenas unas frases desmanteló la certeza de la culpa. ──Las pruebas muestran actos, no intenciones; los testigos recuerdan dolor, no quién lo causó; la magia no distingue entre verdugo y salvador cuando el resultado es silencio; y si el Ministerio lo usó antes de condenarlo, ¿quién es realmente culpable? No defiendo su inocencia, defiendo su derecho a no ser hipócritamente juzgado. Yo veló por los derechos y libertad de mi cliente Severus Snape, señor Crouch y déjeme decirle que con todas las pruebas que he presentado, los testigos que han citado y presenciado este juicio, le puedo asegurar con tanta convicción y certeza, que mí cliente es... inocente. El aire se volvió denso. Algunos jurados bajaron la mirada, otros apretaron los puños, y entre los presentes se esparció un escalofrío de duda, como si la verdad misma hubiese sido hechizada. Nadie se atrevió a interrumpirlo. Nadie pudo negar que, por un instante, Pedro demostró que la ley era moldeable y manipulable.All Rights Reserved
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