Los dias que nos hicieron nosotros

Dicen que crecer es cerrar etapas, pero nadie te avisa que, a veces, el pasado no sabe obedecer. Basta un recuerdo, un olor, una risa olvidada... y de pronto regresa, se sienta a tu mesa y te mira como si nunca se hubiera ido.

Yo creí que después del funeral de mis padres nada volvería a ser igual. Cedric y yo nos quedamos solos, atrapados en una casa demasiado grande, en un mundo demasiado frío. El silencio pesaba más que las palabras, y cada rincón parecía recordarnos lo que habíamos perdido.

El grupo también se rompió. No hubo discusiones ni culpables, simplemente dejamos de sostenernos. Las charlas infinitas se apagaron, las videollamadas se llenaron de silencios incómodos y, al final, dejamos de intentarlo. Fue como si yo también me hubiera borrado de ellos, como si mi dolor hubiera contagiado la distancia.

Y así quedó todo: yo, Cedric y un montón de recuerdos flotando como fantasmas en una casa que ya no se sentía hogar. Creí que esa sería la última página de nuestra historia. No imaginaba que, tarde o temprano, alguien iba a volver a abrir el libro