Elena siente que su vida es una rutina vacía, hasta que Noa la arrastra a una fiesta oculta en las afueras del pueblo. Allí aparece Cassian: tres años mayor, demasiado seguro de sí mismo, con esa sonrisa que parece un arma.
Lo que empieza como un cruce de miradas se convierte en un peligroso juego de atracción. Cassian le advierte que se mantenga lejos de él, pero cada vez que lo hace, termina apareciendo de nuevo: frente a su instituto, esperándola bajo la lluvia, o en lugares donde nadie más debería estar.
La tensión crece. Elena descubre pistas de que Cassian está ligado al Círculo Escarlata, y cuanto más intenta resistirse, más atrapada queda. Él se convierte en su adicción: peligroso, prohibido, irresistible.
El romance se convierte en una danza entre la pasión y el riesgo, donde la pregunta nunca desaparece:
¿Cassian la está protegiendo del Círculo... o la está guiando directo a su perdición?