Han era un idol en la cima de su carrera. Cada escenario que pisaba ardía bajo la intensidad de los reflectores, cada grito de los fans era un eco que llenaba estadios enteros. Pero en medio de tanto brillo, Han nunca se había fijado en nadie. Ni en compañeras de trabajo, ni en amigos cercanos... su vida era música, cámaras y soledad.
Hasta que apareció él: Lee Know, su nuevo guardaespaldas.
Al principio, Han solo lo veía como una sombra más. Lee Know era serio, distante, y tenía ese aire de profesional que nunca dejaba ver sus emociones. Siempre detrás, siempre atento, siempre callado. Pero con los días, Han empezó a notarlo... la manera en que sus ojos lo seguían cuando creía que nadie miraba, el gesto casi imperceptible de cubrirlo con su chaqueta cuando se quedaba dormido en los traslados nocturnos, o cómo soportaba la lluvia sin abrir su paraguas solo para que Han no se mojara.
Han, que nunca se había fijado en nadie, comenzó a hacerlo.
Y quiso enamorarlo.
Pero había un problema: Lee Know era un tonto... o al menos, eso parecía.
No entendía las indirectas.
No se daba cuenta cuando Han se quedaba más tiempo del necesario a su lado.
No entendía por qué Han sonreía solo cuando él estaba cerca.
Margot Fontaine tenía una carrera brillante como pianista en la elegante Londres. Un futuro armonioso junto a su perfecto prometido. Una vida construida entre lujos, conciertos y sonrisas fingidas.
A ojos del mundo, lo tenía todo.
Todo lo que -según ellos- una mujer debía desear.
Pero Margot vivía en un mundo de hombres. Uno donde el poder se heredaba por sangre... siempre y cuando esa sangre no corriera por venas femeninas.
Aunque era la única hija del líder de la organización criminal más temida de Francia, su destino estaba sellado: obedecer, callar y sonreír.
Y lo hacía. Hasta que lo conoció a él.
No era solo el socio de su novio. Era el caos hecho carne.
Un hombre envuelto en sombras, ambiciones peligrosas y una libertad que olía a pecado.
Todo lo que Margot deseaba. Todo lo que se suponía debía temer.
¿Y si en lugar de huir de él, lo dejaba entrar? ¿Qué ocurriría si ese amante prohibido se convirtiera en su aliado? ¿Si juntos intentaran derribar al mismísimo rey... su padre?
Hay cadenas que se heredan. Cadenas invisibles que oprimen, marcan y deforman. Pero no todas están hechas para ser arrastradas.
¿Será Margot capaz de romper las suyas... o terminará encadenada a una vida que no eligió, solo para no despertar al caos que amenaza con devorarla?