Las luces de la ciudad nunca dormían.
Los rascacielos brillaban como faros de ambición, y en lo más alto de todos ellos estaba Nightfall Enterprises, el imperio construido por un solo hombre: Azrael Nightfall, un CEO tan joven como peligroso. Nadie llegaba a lo más alto sin ensuciarse las manos, y se rumoreaba que las de él estaban manchadas con sangre y secretos imposibles de imaginar. Un hombre intocable, un rey moderno que gobernaba con dinero, miedo... y una sonrisa oscura.
Muy lejos de ese mundo, en una cafetería escondida entre calles grises, trabajaba Jericó D'Liones.
Una chica común, con un sueldo que apenas alcanzaba para el alquiler, la comida y algún capricho de segunda mano. Nada de lujos, nada de poder. Su vida era rutina: servir cafés, limpiar mesas, volver a casa agotada y madrugar al día siguiente. Lo único que le daba respiro eran las salidas con su mejor amiga, Elizabeth Liones, la eterna optimista, un ángel disfrazado de universitaria que siempre trataba de arrastrarla a bares, fiestas y lugares donde Jericó no sentía que pertenecía.
Aquella noche, sin embargo, todo cambió.
Jericó no lo sabía todavía, pero en el mismo bar al que Elizabeth la obligó a ir, el destino la esperaba vestido de traje negro y mirada de depredador.
Azrael.
Un hombre acostumbrado a tenerlo todo: empresas, mansiones, voluntades. Y esa noche, cuando sus ojos se posaron sobre la chica de mirada desafiante que no parecía impresionarse con su fama, lo supo de inmediato.
Ella sería su próxima obsesión.
Y Jericó descubriría, demasiado tarde, que un hombre como Azrael no corteja, no pide, no suplica.
Un hombre como él posee.
Y cuando el CEO más peligroso de la ciudad decide que eres suya... escapar deja de ser una opción.
Entre risas en la cocina, madrugadas con biberones y caricias silenciosas bajo una manta, Harry y Draco descubren que el amor no siempre viene con batallas épicas ni grandes declaraciones.
A veces, basta un susurro en la noche, una siesta compartida o una carta de Hogwarts en la mesa del desayuno.
En esta colección de momentos -sin orden, sin prisas- viajamos por recuerdos sueltos, pequeños destellos de lo que fueron, lo que son, y lo que jamás dejarán de ser:
Una familia. Un hogar. Unos adolescentes enamorados. Un amor que hace del instante, una eternidad.
Cada capítulo es una escena única, un abrazo al alma para quienes creen que el amor se encuentra en los detalles más simples.