Para salvarte, tuve que convertirte en mí

El eco de las botas resonaba en el pasillo metálico. Gi-hun apretó los puños, odiando el silencio pesado que lo rodeaba. Había exigido respuestas, y ahora, frente a él, el Líder apareció envuelto en esa máscara oscura que parecía observarlo todo sin parpadear.

-¿Qué quieres de mí? -escupió Gi-hun, su voz cargada de rabia.
El Líder se detuvo a un paso de distancia. Su respiración era tranquila, demasiado tranquila para alguien que acababa de ser desafiado.

-Sobreviviste cuando nadie apostaba por ti -dijo al fin, su tono grave, casi... admirado.
-¿Y eso qué? -Gi-hun sintió cómo la ira se mezclaba con un miedo extraño. Había algo en esa voz que lo desarmaba.
El Líder inclinó apenas la cabeza, como si lo estudiara con detalle.
-Eso significa que eres más parecido a mí de lo que imaginas.

Gi-hun retrocedió, pero la pared helada de acero golpeó su espalda. No había escapatoria. El hombre frente a él no solo era su enemigo... algo en esa presencia lo atraía como un abismo irresistible.

Y aunque odiaba admitirlo, una parte de él quería asomarse más.