Aroma a café.

Dicen que las mejores historias empiezan en el lugar más inesperado.
La suya comenzó en una cafetería con nombres ridículos en el menú, un mostrador lleno de café recién molido y un chico con una sonrisa que parecía más un reto que una bienvenida.

No fue amor a primera vista.
Fue un choque: de miradas, de palabras, de egos disfrazados de indiferencia.
Fue esa incomodidad extraña de saber que alguien logra meterse en tu rutina sin pedir permiso, hasta volverse imposible de ignorar.

Dónde Sergio es estudiante de universidad y trabaja en una cafetería con nombres raros.

O

Dónde Max se queja de todos los nombres y se encarga de molestar y acompañar a Sergio.

-¿Ya vienes a molestar?

-Siempre lo haré