Sasha Jackson tenía ocho años cuando conoció a Daphne Díaz, la niña de carácter imposible a la que todas llamaban Annabel -sí, como la muñeca de terror-. Y aunque cualquiera hubiera salido corriendo, Sasha decidió quedarse.
Lo que empezó como una amistad improbable terminó convirtiéndola en parte de la familia. A los once ya era prácticamente la octava Díaz: iba a todos los cumpleaños, estaba en cada viaje, y hasta tenía una campera con su nombre bordado como si realmente llevara su apellido.
Ser amiga de Daphne significaba aprender a sobrevivir en medio de siete hermanos mayores. Y aunque todos tenían sus manías, había uno en particular que no dejaba en paz a Sasha: Beast. El mellizo de Lewie. El fastidio de su vida. El que siempre encontraba la forma de hacerla enojar.
Pero a los diecisiete las cosas cambiaron. Mucho. Las bromas pesadas ya no eran tan inocentes y, de pronto, Beast empezó a coquetear con ella cada vez que tenía oportunidad. A insistir en que salieran juntos. A mirarla de una manera que Sasha no quería -ni podía- entender.
Ella dice que lo odia. Él asegura que un día va a convencerla. Y en medio de todo, Sasha empieza a descubrir que quizás ese chico insoportable de la infancia... ya no le resulta tan insoportable.
Porque a veces el amor llega justo donde menos lo esperas: en los ojos del que juraste que nunca te importaría.
Eva es una niña fuera de lo común, en un pueblo fuera de lo común.
Con las desapariciones haciéndose cada vez más frecuentes, Eva tiene que lidiar con su compromiso arreglado con Theodore Uris, y las adversidades que se presentan en una preadolescente.
Porque mientras Eso atormenta a otros, Eva huye de algo que la atormenta más.
Porque en Derry, todos flotan.
-Esta es la primera historia.
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