Hay miradas que parecen simples coincidencias, pero que en realidad se convierten en el inicio de todo.
Basta un gesto compartido o el eco de una risa en la distancia para que algo cambie sin que uno lo note de inmediato.
A ella siempre le habían dicho que las historias de amor se sienten en el estómago, como un cosquilleo incontrolable.
A él, en cambio, le gustaba pensar que todo comenzaba con la curiosidad, con ese pequeño interés que te empuja a observar a alguien un segundo más de lo necesario.
Ninguno de los dos lo aceptó al principio, pero lo que sentían no era casualidad: era el inicio de una atracción silenciosa, como un secreto que solo ellos entendían.
Existían esas miradas que sabes que no vas compartir con nadie más. Esas palabras juguetonas que se quedan grabadas en la mente y no faltaban esas acciones que hacían pensar uno del otro.
Dentro de sus pensamientos, se estaban construyendo mil posibilidades.
Lo curioso es que ambos lo sabían. No era amor aún, pero tampoco era simple amistad. Era algo en medio, indefinido y fascinante, que los obligaba a volver a encontrarse. Y ese "algo" sería suficiente para cambiarlo todo.
Uno de los dos tiene que demostrar que siempre existió ese interés que tanto demostraba tener. Demostrar que no importa lo que terceros hagan, sus destinos van justos.
Que al final se dirán cuenta que siempre existió el
NOSOTROS
En un hospital de Miami, donde cada segundo puede significar la vida o la muerte, dos mujeres tan distintas como el fuego y el hielo se enfrentan todos los días.
Camila, una joven paramédica marcada por la tragedia, llega con la esperanza de salvar vidas y honrar la memoria de sus padres. Lauren, la exigente hija del dueño del hospital, ha crecido bajo el peso de la perfección y la presión familiar.
Ambas chocan desde el primer encuentro, incapaces de tolerarse... pero en un mundo donde la pasión y el peligro laten al mismo ritmo, el corazón siempre encuentra su propio código rojo.