El desierto no guarda secretos... los entierra vivos.
Entre sus dunas arden los recuerdos de reinos traicionados, de familias quebradas por la ambición y de amores que se niegan a morir, aunque los condenen las coronas.
Ninoska, princesa de Namhara, descubrió que el peor enemigo no siempre lleva una espada. Dissano, maestro de estrategias y verdugo del alma, convirtió su matrimonio en una prisión de sombras. Pero del dolor más oscuro nació Coraline, la hija que se convirtió en su fuerza y en su condena.
Arthur, soldado de inteligencia y acero, jamás quiso ser padre. Y, sin embargo, la vida lo puso frente a la niña que le cambiaría el destino: Coraline, la pequeña de dos coronas. Protegerla fue primero un deber, luego una carga, hasta que comprendió la verdad más temida por un hombre como él: que en sus manos no llevaba solo el futuro de una niña, sino el espejo de lo que significa amar.
Pero los niños no son inocentes en los palacios. Son llaves, son armas, son cadenas. Y ahora Coraline es el botín más preciado: la reina Isabelle de Holaguare la reclama, no como madre, sino como molde para su ambición. Tras una sonrisa suave y caricias prestadas, esconde la daga de una voluntad férrea: convertir a la hija de dos mundos en su pieza más leal.
Namhara resiste, entre estrategias y juramentos, entre hermanos divididos y alianzas que tiemblan. En medio de intrigas que pueden desatar la guerra, Ninoska y Arthur se descubren de nuevo, sabiendo que su unión es tan peligrosa como necesaria.
Porque el desierto no perdona.
Porque cada secreto enterrado tarde o temprano vuelve a la superficie, ardiendo como fuego bajo la arena.
Y cuando lo haga... ni las coronas, ni las familias, ni el amor estarán a salvo.