Lucifer era el príncipe de los piratas, rechazado por su familia y por el mismísimo rey pirata, su padre. A diferencia de lo que esperaban de él, Lucifer soñaba con ser explorador y estudioso del océano, no con saquearlo. Sin embargo, la voluntad del rey lo obligó a convertirse en capitán de una tripulación sin riquezas pero leal.
En su destino apareció Lilith, una mujer de canto hipnótico, temida en secreto por los pueblos del mar como la Bruja del Océano. Fascinado por su voz, Lucifer se enamoró sin saber que ella también lo dominaba con su embrujo. De esa unión nació una hija mitad humana y mitad criatura marina.
El frágil equilibrio se rompió cuando Lilith abandonó a Lucifer ya su hija, devolviéndola a las profundidades. Desolado, él recorrió todos los yeguas en busca de la niña, hundiéndose cada vez más en la desesperación.
Su viaje lo llevó hasta una isla rodeada de corales brillantes, donde encalló su barco. Allí, un encuentro inesperado cambió su vida.