Lysara, quince años atrás era un pedazo de roca surgió del Caribe. Hoy, es un paraíso ultralujoso donde solo entra la élite... y del que nadie habla cuando sale. No aparece en los mapas, pero sí un nombre que flota entre ella: Lysbeth LaCour. La misma que, cuando buscas respuestas sobre una madre desaparecida, te recibe en su casa con jardines, fiestas eternas, dinero, y hombres y mujeres que juran haber olvidado su vida anterior como si eso fuera una bendición. ¿De verdad solo murió allí o la asesinaron?
El problema con Lysara ni siquiera es lo que ofrece, sino los efectos de estar en ella, desde el reflejo de sus espejos sobre tu silueta, las voces que se escuchan en el agua, y la seductora e hipnótica voz de Lysbeth LaCour. La pregunta es simple, incómoda e imposible de ignorar: ¿Qué estarías dispuesto a olvidar para estar en Lysara y cómo sabrías si todavía eres tú?
Sarel nunca pidió heredar la casa de sus abuelos... ni el brazalete que parece vivir sobre su muñeca. Tampoco pidió que el fuego empezara a responderle, ni que una extraña figura la observara desde lejos el día que todo cambió. Lo que comienza como una rutina escolar se transforma en una serie de señales, recuerdos que no son suyos, y pruebas que no figuran en ningún horario oficial.
En una academia donde el fuego no se enseña, se revela... Sarel deberá enfrentar lo que arde dentro de ella: el legado que sus abuelos guardaron en secreto, la gema que la eligió sin permiso, y una verdad que no se puede estudiar, sólo resistir.
¿Y si el fuego la llama antes de que ella sepa responder?