Una ves escuché decir a mi abuela que cuando encuentras al amor de tu vida, es como dos estrellas que colisionan entre sí, como la explosión de los soles, como la erupción de un nuevo universo; des esa manera es que me di cuenta de que estaba enamorada. Sí, me había enamorado y no importaba si solo tenía 12 años, yo sabía que era real porque sentía en mi estómago todas esas cosas que describía mi abuela, cuando ella me miraba, cuando me sonreía, cuando me abrazaba o cuando nuestras manos se rozaban sin querer. Sabía perfectamente que Camila Cabello era mi mejor amiga, mi alma gemela, mi media naranja, el amor de mi vida. Simplemente no me podía imaginar una vida sin ella.
Pero un día pasó. Ese día en que mi papá me dijo que nos mudaríamos, que viviríamos en otro país, y que Camila no podía venir conmigo: mi corazón se rompió.
Ahora todo se sentía raro... volver a casa, pensar en que la volvería a ver después de tantos años. Solo no pensé en que yo había cambiado y que ella también. Yo ya no era su chica, y ella estaba a un mundo de ser la niña indefensa y tierna que había dejado una fría noche de invierno.
Ahora me preguntaba si todo esto valía la pena.