Muña ñuha. Dāria ñuha.

SUMMARY

Mis ojos miraban a Viserys como si hubiese crecido una segunda cabeza.
Loco. Esté tipo estaba, definitivamente, loco.

¿Por qué mi hermana se caso con él? Ah, porque la muy bobita cayó en sus mentiras. Y eso que le he dicho un millón de veces; los hombres no sirven.

-¿Mi padre ya aprobó esto?-adivine, ladeando un poco la cabeza a un lado mientras trataba de no sonreír con ironía.

El rey de los siete reinos y cabeza de los Targaryen asintió con la cabeza, reposando su copa sobre la mesa entre nosotros, su mano derecha acariciando la cabeza de su tercer hijo Aemond quien escuchaba la conversación en silencio.-Sé que no me queda mucho tiempo en esté mundo, por lo que veo correcto que Rhaenyra sea quien asuma el trono cuando ya no respire.-el menor lo miro al oir las palabras que su padre decía de su media hermana.

¿Ven? Hasta el niño sabe que su papá está diciendo cosas que no debe.

Reí con burla, sacudiendo un poco la cabeza para llamar la atención de mi cuñado.-Rhaenyra aún es joven,-le recordé, viendo como sus cejas se juntaban para descifrar a lo que quería llegar.-Tu esposa, mi hermana, debería de ser quien tome el trono cuando mueras. Ya cuando tu hija asuma la mayoría de edad, se le concederá el trono. O no sé, que sea uno de tus hijos, Aegon o Aemond.-sugerí.

Y aún así, de cualquier forma, será mi querida hermana quien estará al mando. Cosa que no le gustara a muchos de los Targaryen, pero ¿a quien le importa?