Prólogo. Él. Mientras camino despacio, fingiendo escuchar a mis dos compañeros de camino hacia el instituto, con mi mente demasiado distraída en tontos e irracionales pensamientos de amor, oigo pasos, los de mis amigos, los de las personas de mi alrededor y los míos propios. Son sencillos y comunes pasos, como si fuese la música de fondo y no pudiese hacer más que centarme en ese repetitivo y tranquilo sonido.