Byron traza líneas en la piel de otros, pero las suyas están vacías. Sobrevive en el bajo mundo de Valencia, entre tinta negra, clientes arrepentidos y noches de alcohol barato, encapsulado en una apatía que cree permanente. Su arte murió hace tiempo, y él se limita a sepultarlo cada día.
Mackency no es una mujer, es una fuerza de la naturaleza. Encuentra belleza donde todos ven basura. Con manos expertas, transforma la chatarra del puerto en esculturas llenas de vida. Lleva el sol en la sonrisa y el eco de algo roto en la mirada.
Su mundo colisiona con el de Byron una tarde sofocante, frente a un contenedor de basura. Él, un espectador pasivo de su propia vida. Ella, en lucha activa con un trozo de metal oxidado. Y entonces, sucede: un temblor. No un terremoto, sino algo más íntimo y devastador. Un escalofrío que le recorre la espina dorsal y le despierta cada nervio que tenía dormido.
A partir de ese momento, Byron está perdido. Mackency se convierte en su única obsesión, en el ritmo cardiaco que baila dentro de su pecho, en el sabor a cigarrillos y futuro que anhela en sus labios. Intentará acercarse a su fuego, dibujarla, poseerla con su mirada, aunque eso signifique quemarse.
Podrás encontrar aqu í partes extras de historias como:
-Mi chico malo.
- Mi dulce perdición.
-Tentación Italiana.
-Tu nombre en mi piel.
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