-Cinco años después de haber sido acogida y entrenada por los Volturi, Isabelle, híbrida de dieciséis años, vive entre sombras, poder y secretos. Su vida parece estable, acompañada de sus amigas eternas Chelsea y Renata, y del amor constante de su novio Bryan. Pero el equilibrio se rompe cuando rumores insidiosos comienzan a circular en Volterra: el nombre de un líder vampírico resuena en cada pasillo, en cada conversación.
Los Dragomir. Un clan poderoso del norte, temido y admirado. Y en el centro de cada susurro, él: un líder enigmático, atractivo y letal, cuya sola mención despierta fascinación y recelo. Isabelle, con su curiosidad insaciable, se cansa pronto de escuchar ese nombre... y sin quererlo, lo convierte en una obsesión.
Su destino cambia tras un ataque inesperado. Entre sangre, fuego y muerte, Isabelle es salvada por unos brazos desconocidos, un aroma que se graba en su memoria y una voz que pronuncia una promesa peligrosa: los Volturi le deben algo a los Dragomir.
A partir de entonces, Isabelle se ve arrastrada a una red de alianzas, intrigas y sentimientos prohibidos. La misión diplomática que la llevará al norte no será solo un acto político: será el inicio de una historia marcada por el peligro, la seducción y un amor imposible que desafía a clanes enteros.
Entre batallas sangrientas, verdades ocultas y pasiones intensas, Isabelle deberá decidir si su corazón pertenece a la lealtad que siempre conoció... o al hombre que podría ser su mayor enemigo y su única salvación.
En un mundo donde el poder lo es todo, Isabelle descubrirá que la curiosidad puede convertirse en su mayor condena... o en la chispa de su libertad.
Londres, Verano del 64'
Sus padres pensaban que aquel viaje a Londres sería una pausa. Un escape para distraerla de "sus ideas bohemias". Pero Cecilia lo vivía como el principio de algo que no podía explicar. Había llegado hacía apenas una semana con su tía Margaret, una editora de modas que le había prometido un par de entradas para algún concierto. "Para que tomes fotos lindas", le había dicho. Pero Londres no era lindo. Londres era salvaje, eléctrico, y parecía temblar bajo sus pies.
Aquella noche, en el Hammersmith Odeon, se suponía que solo iba a tomar algunas fotos entre bastidores. Unas cuantas imágenes para una nota de revista. Nada importante.
Pero entonces salieron ellos.
Cuatro muchachos. Cuatro ráfagas.
Y Cecilia, con su Rolleiflex colgando del cuello, supo que había algo distinto en ese escenario. El público gritaba, lloraba, se desmayaba. Y en medio de esa locura de trajes oscuros, guitarras brillantes y armonías perfectas, hubo un momento. Uno solo. En el que Paul McCartney, el del bajo en forma de violín, levantó la vista entre canciones y la miró.
No a la multitud.
A ella.
Y Cecilia apretó el obturador.
Click.
Y todo cambió.