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6 parts Ongoing La habÃa visto por primera vez cuando era apenas un niño de siete años.
Margareth habÃa llegado a la Fortaleza Roja con un baúl lleno de libros y un vestido verde que se ceñÃa a sus caderas como una segunda piel. Ãl, fijo su mirada en ella mientras jugaba con espadas de madera en el patio, sintiendo un tirón inexplicable en el pecho. No era como las otras tÃas o parientes lejanos; Margareth reÃa con una calidez que iluminaba las sombras y sus manos, suaves y calidaz, le daban un consuelo que nadie más podÃa otorgarle.
Ella lo trataba como a un cachorro herido, peinando su cabello plateado y contándole cuentos.
Pero el tiempo, cruel como un dragón enfurecido, transformó esa inocencia en algo más oscuro. Aemond creció alto y esbelto, su rostro marcado por la cicatriz que le robó un ojo, cubierto ahora por un parche de zafiro que brillaba con frialdad. Su obsesión por Margareth no menguó; al contrario, se enraizó en su alma como las raÃces de un arciano en tierra fértil. La observaba en silencio durante las cenas familiares, notando cómo su vestido se adherÃa a sus pechos plenos cuando se inclinaba para servir vino, o cómo sus labios se curvaban en una sonrisa que hacÃa que su sangre hirviera. Soñaba con ella por las noches, imaginando sus curvas bajo sus manos, su aliento cálido contra su piel. Era su tÃa, pero en su mente, era suya.
Solo suya.
Oá
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