Sonamos bajo | GASTÓN SARDELLI
Magna Malatesta nunca quiso estar en el ojo de nadie.
No quería figurar en la vida de su jefe famoso, con el que chocaba en cada palabra.
No quería cargar con las cagadas de su hermano, que arrastraba sombras más pesadas que él mismo.
Y mucho menos quería sentir que el destino se le cagaba de risa en la cara, obligándola a abandonar la carrera que tanto había perseguido.
Ella odiaba a los tipos que opinan de todo: política, guita, inflación, moral...
Y que después, a la hora de la verdad, viven igual de podridos que lo que critican.
¿La ironía? Su jefe era exactamente eso.
Un tipo insoportable, que hablaba como si tuviera la verdad de todo. Se llenaba la boca con discursos sobre la fama, la plata, el poder... pero vivía de las mismas miserias que señalaba.
El vivo ejemplo de lo que alguna vez juró no ser.
Magna lo detestaba. Lo quería callar cada vez que abría la boca.
Pero cada discusión con él le dejaba el cuerpo encendido, con un fuego que no quería reconocer.
El problema era simple: ella no tenía espacio para eso en su vida.
Su presente estaba marcado por intentar vivir, por cuidar a su mamá, sobrevivir a su hermano y por poner el cuerpo en una realidad que la ahogaba.
Y él, por su lado, tampoco era un santo. Su pasado estaba tan manchado que hasta su propio hermano lo odiaba.
Pero al final de todo... lo que más rechazás, es lo que más te atrae. Por más bajo que suene.