Es una noche de Diciembre, fría y solitaria. Como el. Su nombre no se menciona, nadie lo mira y jamás encontrarás nada respecto a él. No hay información alguna, absolutamente nada que no sea lo que él quiere que se sepa. Es misterioso, un misterio en todo su esplendor. Es meticuloso y muy desconfiado, no se rodea de nadie que pueda ser un peligro. Es intimidante, encantador. Quien lo mire se da cuenta que es un pecado andante, una tentación. A su lado jamas sabras que te puede esperar. Es lujuria, deseo y ambición. Pero lo más importante, él es un peligro para todo aquel que se ponga en su camino. ¿Y ella?, ella será su perdición.
En cambio ella es como una mañana nublada, es tranquila pero en cualquier momento puede explotar y convertirse en una gran tormenta. Es amable pero fría. Las personas solo saben lo que ella quiere que sepan, en eso se parece a él. Es desconfiada, atenta y observadora, nada se le puede escapar. Sabe cuando hacer ciertos comentarios y cuando es que estos mismos le pueden traer consecuencias. Es inteligente, quizá más de lo que deja ver. Es delicada pero muy fuerte, y él podría ser su salvación.
Dieciocho años después de haber sido expulsada por amar a quien no debía, Isabela regresa a la hacienda que alguna vez llamó hogar.
No busca venganza... sino respuestas, y tal vez una nueva oportunidad de empezar.
Allí la espera Graciela, la esposa de su hermanastro: una mujer marcada por el miedo, la pérdida y los silencios que Vicente dejó atrás.
Pero entre miradas contenidas, sonrisas robadas y heridas que el tiempo no logró borrar, Isabela se descubre dispuesta a ofrecerle a Graciela algo que ella ya no cree merecer: amor, ternura... y una felicidad que parece imposible.
Porque a veces, el destino te obliga a volver al lugar donde más dolió... solo para mostrarte que también puede ser donde finalmente aprendas a amar.