
La soledad que no le teme al silencio es un tesoro. Aprendí a vivir con ella porque nunca encajé: acompañada pero apartada, la amiga que siempre está cuando conviene. Me acostumbré tanto que perdí el tacto conmigo misma. Busco respuestas -¿soy yo la culpable?- y mi mente oscila entre hormiga herida y lobo destructor. Si pudiera escuchar el corazón de quien me hirió, tal vez entendería. ¿Soy yo la villana o solo la sobreviviente?All Rights Reserved