Prólogo
Durante cientos de años, el mundo se ha dividido en dos: luz y oscuridad, justicia e injusticia, creación y destrucción, el bien y el mal... Es el equilibrio mismo del universo.
Desde la creación de la Tierra, ha coexistido un ser que camina entre las tinieblas, siempre alerta, acechando en la noche. En sus inicios rara vez se le veía bajo la luz del día, pero con el paso de tiempo y el aumento de la maldad, su presencia fue demandada con más frecuencia.
Nadie conoce su nombre, nadie sabe quién es, ni siquiera se sabe a qué bando pertenece. Solo se sabe una única verdad: fue el elegido legítimo gobernante del infierno y, con ello, mantener el tan preciado equilibrio... El equilibrio del universo. Fue, entre todos, el único ángel de alto rango capaz de contener la maldad en su ser y controlarla a su voluntad sin ser consumido por la misma.
Su misión era clara: en la historia, ser el villano, el terror de los niños, la voz que susurra e incita al pecado... Hacerlo incluso sin ser su naturaleza. Todos aquellos ángeles que se presentaron a la misma prueba fueron consumidos y transformados en seres del mal. Confinados hasta poder encontrar una solución que no implicara acabar con sus vidas.
Antes de que eso sucediera, un ángel cegado por su ambición se rebeló. Su historia: Lucifer, el ángel caído, desterrado del Cielo, convertido en Satanás ocupó las profundidades del infierno sin dejarle lugar alguno al elegido. Junto con él cayeron los otros ángeles consumidos tras la prueba, quienes, como él, fueron llamados: "ángeles caídos."
Pero esta no es su historia. Satanás no es el protagonista.
Esta es la historia de quién puede enfrentarlo. Esta es la historia de aquel que puede moverse con divinidad en la luz y maldad en las sombras.
Este... Es su relato.